Hola Hospitalarios:
Entramos en la recta final de la serie del Año de la Fe, con el cuarto momento que los Santuarios nos presentan, que es la luz de los Peregrinos.
Todos los que hemos tenido la ocasión de participar en la Peregrinación a Lourdes hemos participado de este signo de la Luz en la multitudinaria procesión de antorchas, contemplando los cirios arder ante la Gruta o en el silencio de la noche haciendo de la luz de una vela la continuación de nuestra plegaria.
Cuarto momento: la luz de los peregrinos
La señal de la cruz nos ayuda a encontrarla y a entrar por la puerta de la Fe. Situándonos en el registro de la Fe, la confianza nos ayuda a vivir un mayor conocimiento de la puerta de la Fe.
Después, la confianza nos suscita el deseo, no sólo de no estar separados de Dios, sino, sobre todo, de comprometernos en un camino de retorno a Él. Esta conversión, que es el centro de la vivencia de Fe, nos ayuda ahora a descubrir la luz a la que nos da acceso la puerta de la Fe.
En Lourdes, la luz forma parte de la experiencia de Bernardita. La luz que ella vio, hacia la cual se encaminó y con la que tenía cita. La luz de la llama de la vela que llevó, hizo brillar y propagó. La luz en que ella misma se convirtió, irradiando con su propia existencia a Jesucristo Salvador.
La relación con la luz forma parte también de la peregrinación. La procesión mariana de las antorchas es de hecho una de las imágenes más conocidas de Lourdes. Pero tras esa realidad que impresiona la sensibilidad humana, muchos peregrinos encuentran y franquean la puerta de la Fe.
En la procesión mariana de las antorchas, como en el paso por la gruta, el aspecto comunitario y eclesial está omnipresente. Pero, contrariamente al paso por la gruta, el gesto que se realiza individualmente en esta procesión tiene una consecuencia visible inmediatamente. En efecto, levantando su vela al canto del “Ave María” los peregrinos de Lourdes ven cómo el cielo se enciende en la noche. De hecho, lo que hacen es representar y ver a qué corresponde el paso por la puerta de la Fe, la entrada en el registro de la Fe. Es una verdadera iluminación para uno mismo y para los demás; por eso los primeros cristianos llamaban al bautismo simplemente “iluminación”.
Jesús dice en el Evangelio: « Yo soy la luz del mundo: el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. (Jn 8, 12).
Oración
Señor Jesús, que el gesto que hago en Lourdes levantando mi vela, lo prolongue todos los días de mi vida, volviéndome siempre hacia ti. Entonces podrás hacerme pasar de mis tinieblas a tu luz y harás de mí un auténtico testigo de la Fe.
Durante la peregrinación a Lourdes he recibido siempre una luz sobre mi propia vida. A esta luz es como puedo considerar de verdad mi propia situación, hacer opciones y tomar decisiones. Esta luz me indica que he entrado por la puerta de la Fe. Es la luz de la Fe.
Una noche, una veintena de personas participaban juntas en la procesión mariana de las antorchas. Habiendo llegado con anticipación tuvieron tiempo de hablar y de comentar. Al final de la procesión cuando se invita a los peregrinos a intercambiar ente ellos un gesto de paz y de amistad, esas personas se dan un abrazo fraterno. Pero antes de abrazar a su vecina, una señora exclama maravillada: “Somos ciertamente las mismas personas que hace un rato, pero no tenemos las mismas caras”. “Es verdad, oye decir como respuesta a su constatación. Más tarde esta persona dice: “De hecho, al final de la procesión, si de lejos solo se ve la luz de cada uno, de cerca solo se nota el resplandor de cada rostro!”
Para profundizar en este cuarto momento:
- Durante nuestra peregrinación a Lourdes, podemos considerar uno o varios puntos que nos apenan o nos hacen sufrir y presentarlos al Señor.
- De regreso a nuestra casa, aprendamos poco a poco a considerar cómo solamente nuestra relación con Jesucristo es la causa de nuestra felicidad, como la causa de nuestra desdicha.
- Sigamos fielmente con la lectura del Catecismo de la Iglesia Católica. De esta manera no sólo podremos conocer mejor el contenido de la Fe de la Iglesia, sino que también encontraremos la respuesta a muchos de nuestros interrogantes.
Acto de esperanza
Dios mío, espero con firme confianza que, por los méritos de Jesucristo me concedas tu gracia en este mundo y, si cumplo tus mandamientos, la felicidad eterna en el otro, porque lo has prometido y Tú eres fiel a tus promesas.
Finalicemos este momento con un Padrenuestro.
Fuente: Sanctuaires Notre Dame de Lourdes
Entradas Anteriores:
2013: Año de la Fe. Agua de la Fuente (VII)
2013: Año de la Fe. Agua de la Fuente (VI)
2013: Año de la Fe. Indulgencias Plenarias (V)
2013: Año de la Fe. La Roca de la Gruta (IV)
2013: Año de la Fe. El Credo (III)
2013: Año de la Fe. La Señal de la Cruz (II)
2013: Año de la Fe. Introducción (I)