Hola Hospitalarios:

Hemos llegado al final de nuestro recorrido por el Año de la Fe, no debiendo tomarse esto como un final, sino como el inicio de nuestra preparación para la Peregrinación a Lourdes del año 2013, bien puedas peregrinar físicamente, bien te quedes en casa rezando por los demás en esos días tan especiales.

Este momento final, nos invitan a prolongar esos momentos anteriores que podemos vivir en Lourdes (la Señal de la Cruz, la Roca, el Agua) a cada día del año.

Quinto momento: la vida nueva

La señal de la cruz es un gesto que todo cristiano hace siempre y en todas partes. Hecha de corazón, esta oración nos dirige hacia la puerta de la Fe que Jesús ha abierto para que todos puedan entrar por ella.

Tocar la roca de la gruta, beber y lavarse con el agua de la fuente, llevar y levantar la luz durante la procesión, son ciertamente gestos propios de Lourdes. Pero estos tres gestos principales de la peregrinación pueden ser la ocasión para entrar por la puerta de la Fe. Además estos tres gestos fundamentales de Lourdes tienen su prolongación en la vida cotidiana en la que, de esta manera, se nos ofrece constantemente la ocasión de entrar por la puerta de la Fe.

El quinto momento de la peregrinación en Lourdes, igual que la señal de la cruz, hay que revivirlo  siempre y en todas partes. Se trata de la relación con el otro que, cuando esa relación se vive con el Señor, se convierte para cada uno en la puerta de la Fe como experiencia de la caridad. Para Bernardita, los tres frutos de su encuentro en la gruta son inseparablemente la oración, el testimonio y la caridad.

Siendo la mayor de sus hermanos, Bernardita no sólo era servicial por naturaleza sino que, también,  siempre estaba abierta a los demás. Ahora bien, cuando su relación con María la lleva a entrar por la puerta de la Fe, Bernardita entra en una experiencia de otro orden. Con la oración y el testimonio  descubre la caridad que cubre la multitud de los pecados. (1 Pe 4, 8). Ella está cautivada por “el amor más fuerte que la muerte “(Ct 8, 6). Experimenta que no es ella solamente la que vive, sino que “es Cristo quien vive en ella” (Ga 2, 20).

Esto es lo que actualmente Lourdes no sólo nos hace ver sino, sobre todo, experimentar. En la relación entre la persona enferma, discapacitada, herida y la persona que la acompaña y que la acoge, el mundo de la Fe se hace visible. Este otro mundo es el mundo del más allá de la cruz, que únicamente Jesús, en el misterio de su cruz, puede hacer presente. Así, en el misterio de la cruz, la relación con el otro es la puerta de la Fe. Lo mismo que el encuentro con Jesús es siempre una experiencia del misterio de la cruz, así la experiencia de la relación con el otro, cuando es caridad, es un encuentro con Jesús. En un caso, como en el otro, es el paso por la puerta de la Fe.

Jesús nos dice en el Evangelio: “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos “(Mt 18, 20)”.

Oración
Señor Jesús, Tú has dado tu vida por mi como la has dado por todos. Tú me has dado la Fe para que recibiéndote pueda a mi vez dar mi vida por ti. Tú has abierto para mí la puerta de la Fe para que pueda vivir como tú, dando mi vida por mi prójimo. Concédeme estar cada vez más dispuesto a acoger para que esté cada vez más, dispuesto a darme. Concédeme sobre todo, recibirte para que pueda darte, dándome.

Concédeme acoger a mis hermanos para que pueda recibirte recibiéndolos. Señor Jesús ayúdame a entrar siempre por la puerta de la Fe.

Durante la peregrinación a Lourdes, cada uno puede recibir del Señor la gracia, es decir, la capacidad que necesita para ver y franquear la puerta de la Fe. Si cada gracia es única, afecta siempre a nuestra relación con Dios, con los otros, con nosotros mismos, es decir, las tres relaciones que inspira la Fe, que unifica y fecunda hasta adquirir una manera distinta de vivir y experimentar una vida nueva, más allá de la puerta de la Fe.

Un voluntario regresa de la estación de Lourdes. Está muy emocionado. Acaba de participar, con otros hospitalarios de Nuestra Señora de Lourdes en la acogida de numerosos peregrinos. Entre ellos había una chica jovencita, molida por el dolor en su camilla del vagón ambulancia. Este hombre, en la fuerza de la edad, le pregunta muy impresionado: ¿Cómo puedo levantarte para no hacerte sufrir? Sonriéndole todo lo que puede, la joven le dice simplemente: Lléveme como se lleva a una joven recién casada y no me sentiré mal.

Para profundizar en este quinto momento:

Credo
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

Finalicemos este momento con un Padrenuestro.

Fuente: Sanctuaires Notre Dame de Lourdes

Entradas Anteriores:
2013: Año de la Fe. Carta Pastoral del Obispo de Cartagena (IX)
2013: Año de la Fe. Luz de los Peregrinos (VIII)
2013: Año de la Fe. Agua de la Fuente (VII)
2013: Año de la Fe. Agua de la Fuente (VI)
2013: Año de la Fe. Indulgencias Plenarias (V)
2013: Año de la Fe. La Roca de la Gruta (IV)
2013: Año de la Fe. El Credo (III)
2013: Año de la Fe. La Señal de la Cruz (II)
2013: Año de la Fe. Introducción (I)

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