Anoche terminaba la Peregrinación Diocesana a Lourdes cuando los últimos peregrinos regresaron a sus lugares de origen. Aunque las celebraciones en los santuarios marianos de Lourdes finalizaron con la misa en la Gruta de Massabielle, presidida por el Obispo de Cartagena, el martes por la mañana.
“El milagro de Lourdes se ha vuelto a realizar. El enfermo ha vuelto sonriendo, lleno de esperanza; los voluntarios regresan llenos del Señor, llenos de satisfacción por el servicio cumplido”, así valora la Peregrinación Diocesana a Lourdes el presidente de la Hospitalidad, Joaquín Martínez. De nuevo, la de la Diócesis de Cartagena ha sido la peregrinación más numerosa de cuantas llegan a los santuarios marianos de Lourdes desde España. Más de 1.150 personas han participado este año: 160 enfermos, 700 voluntarios, 30 sanitarios, 250 peregrinos y 17 sacerdotes, todo encabezado por el Obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes.
Unos días cargados de celebraciones y actos, en los que enfermos y voluntarios participan activamente. “Es la peregrinación de la fidelidad; me emociona cuando veo a personas que después de venir muchos años siguen vibrando felices, acuden a su encuentro con María. Es una fidelidad aprendida de la Virgen de Lourdes”, destacaba Mons. Lorca.
Los actos de la Peregrinación comenzaron el sábado después de comer con la penitencial de enfermos, tras la que tuvo lugar la presentación de la Peregrinación. El presidente de la Hospitalidad puso a los pies de Nuestra Señora de Lourdes las intenciones de enfermos, voluntarios y peregrinos: “Venimos dispuestos a ayudar sin darnos cuenta, sin ser conscientes que hemos sido llamados a servir, hemos sido tocados por el Señor, elegidos por Él, para mostrar al mundo su necedad”. Recordó que nada de lo que esos días se realizara podría hacerse sin amar a quienes están más cerca, porque “sin el amor al prójimo es imposible ser cristiano, es imposible ser persona, es imposible ser feliz”. Como es tradición, la Hospitalidad llevó flores y cestas de fruta como ofrenda a Nuestra Señora de Lourdes.
El domingo, la Hospitalidad Diocesana participaba por la mañana en la Misa de las Naciones, una celebración de comunión entre hospitalarios de varios países. Por la tarde, la Hospitalidad se rindió, una vez más, ante Jesucristo Sacramentado, acompañando al Santísimo en procesión. Tras la cena, tuvo lugar el emotivo Vía Crucis en el que los enfermos comparten su testimonio; un ejemplo para todos de fortaleza, superación y, sobre todo, de fe. Y después, los jóvenes compartieron un rato de oración con el Sr. Obispo.
El lunes por la mañana tuvieron lugar dos de las celebraciones más emocionantes de la peregrinación: la Unción de Enfermos y la Hora Santa. Por la tarde, el Obispo saludó a enfermos y voluntarios en su paso por la Gruta y charló en el recinto de piscinas con los “Niños de agua”, que un año más realizaron su ofrenda de pañales y juguetes para los niños más necesitados. Allí le regaló al presidente de la Hospitalidad un rosario del Papa Francisco y le pidió que en sus oraciones nunca falte la petición por quienes integran esta Hospitalidad. Esa noche participaron en la tradicional Procesión de las Antorchas.
El martes por la mañana, la Hospitalidad Diocesana celebró la misa en la Gruta de Massabielle, presidida por Mons. Lorca, quien animó a los enfermos a orar por quienes les cuidan, a permanecer siempre cerca de Cristo que es “poderoso en palabras y en obras”. Agradeció además la labor que realizan los voluntarios: “no hacéis otra cosa sino amar”. Unos 700 voluntarios, que han regresado a casa cansados pero con el corazón desbordado, ya que durante estos días de peregrinación se han desgastado en amar, dar, servir y olvidarse, según el lema de su Hospitalidad.