Hoy comparte su testimonio con nosotros toda una veterana en Lourdes, un terremoto cartagenero que siempre irradia alegría. ¡Gracias, Flori!
Una vez más te digo sí… Un sí que me comprometió contigo, Virgen Santa, y con tu hijo. La primera vez que viaje a Lourdes fue en 1987. Era muy joven, pero sabía que eso era lo que yo quería para mi vida, conocí a los que hoy son mis mejores amigos. Fui de la Hospitalidad Joven, esos congresos que están grabados en mi mente… “Murcia –nos decían– la alegría ha llegado”. El primer Stage de Jóvenes cuánta emoción y qué ilusiones compartidas con todos los que formamos ese grupo, esas Eucaristías lloradas de la alegría que derramábamos. Y por fin nuestra consagración… Bendición… Mi última peregrinación fue en 1999 pues fui al stage embarazada de días, yo no lo sabía, solo recuerdo que le decía a mi amiga María: “estos franceses han cambiado el aceite y la mantequilla, me da unos ardores” (ríe). El ardor era mi hijo que ya viajó a Lourdes en mi vientre.
Estuve unos años sin ir por que tenía que ejercer de mamá y ya cuando mis hijos tuvieron 6 y 7 años volví con ellos como Niños de Agua. ¡Madre mía! Iba con mucho miedo porque mis amigos, con los que yo había viajado durante tanto tiempo, no iban, pensé: “puf que sola me voy a encontrar y además no me va a conocer ni el tato” (ríe de nuevo)… ¡Qué equivocada estaba! Todo seguía como siempre: mis enfermos me llamaban por mi nombre. ¡Madre mía, se acordaban de mí! ¡Regalazo! Y conocí a nuevos amigos que me acogieron con muchísimo cariño: mis chicos de Alhama, Dani en el coro, José y un sin fin de nuevos amigos. ¡Jolín y me iba a sentir sola!
A día de hoy viajo con mis hijos y esto sí que no lo puedo expresar con palabras. Cuando voy tirando de un carro y veo a mi hijo delante mía con un enfermo tirando él también de un carro o a mi hija, sabe Dios que en ese momento no hay persona más feliz que yo. En mi casa siempre les digo a mis hijos: “haced todo lo mejor que podáis, servir al que lo necesite y no esperar nada a cambio”.
Os voy a contar los que nos pasó el año pasado en Lourdes… Era el último día y los enfermos ya se habían marchado. Haciendo las últimas compras, entramos en una tienda y la dependienta me dice que se han dejado un teléfono que podría ser de alguien de Murcia, me dio el teléfono y yo llamé al último número. Salió una señora que era de Gerona, el teléfono era de su madre y ya se habían marchado, le dije que me lo quedaba y que cuando llegara a Cartagena se lo enviaría. Pues así lo hice… Lección de vida…. A los diez días de haber mandado el teléfono suena el timbre de mi casa. ¡Sorpresa! Una cesta gigante llena de embutidos catalanes… ¡Regalazo! Más que por lo que era, por el mensaje que yo siempre le digo a mis hijos: “recibes siempre el 100 por 100 de lo que das”.
Este año mi Hospitalidad cumple 50 años y yo estuve en la convivencia de jóvenes en Murcia preparando la de los 25… cómo pasa el tiempo. Este año me he sentido como si no hubieran pasado los años, pues he compartido la peregrinación con mis amigos de siempre María, José, Cristina, Riquelme, Lola, Dimas y otros que me faltaría espacio para mencionarlos y lo mejor de todo es que he compartido a mis nuevos amigos con mis viejos amigos y la mezcla de todo es una familia…Lo más importante, y que no se me tiene que olvidar, es que estamos ahí porque la Virgencica así lo quiere… Amar, dar, servir y olvidarse…