Antonio Totana

Me llamo Antonio García, llevo peregrinando a Lourdes 26 años, viajes que he realizado en tren y en los últimos años en bus con mi delegación de Totana.

Explicar las vivencias de Lourdes no es nada fácil, los sentimientos y los momentos vividos van siempre en el corazón y forman parte de la persona y a veces expresarlo cuesta mucho. Mirar en la gruta a nuestra Madre y decirle gracias por tanto que nos da es la meta que año tras año me hace volver, junto con el cariño que me regalan nuestros hermanos enfermos en cada peregrinación.

Ser manos, pies, ojos, oídos de los que carecen de ello es sentir que estás haciendo feliz a tu prójimo, es vivir al mismo tiempo la unión de hermanos de un solo padre Dios.

El que haya ido varias peregrinaciones no me hace ser el mejor ni mucho menos el número uno. Ser humilde y entregarte, dejarte llevar por las necesidades tanto de nuestros enfermos como de nuestra Hospitalidad es la energía que cada año se carga en mi interior, sabiendo que con un poco mío y un poco del otro hemos podido hacer partícipes a nuestros hermanos de vivir la verdadera hospitalidad, la verdadera entrega, unidos siempre en la fe, amando, dando, sirviendo y olvidando.

Peregrinar para mí es compromiso, vivir, sentir, compartir y ayudar, hacer una Hospitalidad más grande y hermosa donde sin duda el centro de todo son nuestros hermanos enfermos junto a nuestra Madre, presente no solo en Lourdes sino el resto del año. Cumplir como hospitalario te llena de energía y te ayuda en la lucha cotidiana del día a día, vivir Lourdes solo en Francia sería un fracaso, pero sí que es verdad que la verdadera “carga” que necesita mi corazón la recojo año tras año siempre allí.

Animo desde estas humildes palabras a tantas personas que no se deciden a acudir a la peregrinación por motivos varios, les digo que se animen y lo hagan, porque peregrinar no es una excursión que se puede hacer en cualquier momento, sino que es un encuentro y acercamiento a Dios por intercesión de nuestra Madre, la Virgen de Lourdes, de la que uno se siente lleno de amor y esperanza.