En la noche del miércoles regresaban los últimos hospitalarios que han participado este año en la LI Peregrinación Diocesana a Lourdes organizada por la Hospitalidad Murciana de Nuestra Señora de Lourdes y presidida por el Obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes.
Finalizan así días intensos de fe, de compartir experiencias, a veces desde el dolor de la enfermedad, pero siempre desde la esperanza. Los hospitalarios han vuelto a experimentar el milagro de Lourdes: la alegría y la fe que se puede vivir también en la enfermedad.
El grueso de los enfermos viajó en el avión que partió la mañana del sábado, el resto lo hizo en tres autobuses-ambulancia. Junto a los enfermos viajaban en todo momento los miembros del equipo sanitario, integrado por diecinueve médicos de diferentes especialidades, veintiún enfermeros, cuatro farmacéuticas y una fisioterapeuta.
Los actos de la peregrinación comenzaron a primera hora de la tarde del sábado con la penitencial de enfermos y la bienvenida del presidente, Joaquín Martínez, a todos los peregrinos, refiriéndose a ellos de la misma manera que lo hizo el Papa Francisco hace unos meses a través de una carta dirigida a la Hospitalidad: “artesanos del bien común”. Joaquín Martínez agradeció el trabajo de todos los implicados para hacer posible esta peregrinación, pidiendo una vez más la intercesión de María: “Madre buena de Lourdes, aquí tienes a tu Hospitalidad de Murcia”.
El primer día, ante la imagen de Nuestra Señora de Lourdes en la Gruta de Massabielle, Mons. Lorca Planes presentó las intenciones de cada uno de los peregrinos y de toda la Diócesis de Cartagena: “Ayúdanos a vivir con la fidelidad con la que has respondido tú siempre a la llamada del Señor”, pidió el Obispo.
De sábado a martes, 1.400 personas, entre enfermos, voluntarios y otros peregrinos, participaron en diferentes celebraciones: unción de enfermos, hora santa, vía crucis, procesión del Santísimo, misa de las naciones o procesión de antorchas. Hospitalarios llegados desde todos los rincones de la Región de Murcia y de todas las edades, desde los que apenas saben caminar en el servicio de Niños de Agua, a los que ya les cuesta hacerlo en el servicio de Oración. Todos movidos por la fe en Jesucristo, bajo la intercesión de la Virgen María e intentando hacer vida cada día el lema de esta Hospitalidad: amar, dar, servir y olvidarse.
La peregrinación finalizó el martes con el envío de los peregrinos, tras la misa en la Gruta, presidida por el Obispo de Cartagena, que animó a todos los hospitalarios a dejarse llevar por los planes de Dios.
“Venimos cargados de esperanza, ilusión, de la sensación de haber estado con el Señor presente en los enfermos. Vivir la experiencia de la peregrinación es algo que marca a la persona. Regresamos a nuestra tierra con la satisfacción del deber cumplido, de la llamada respondida, de ver al enfermo sonreír”, resume el presidente de la Hospitalidad.
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